domingo, 15 de agosto de 2010

Cómo decirlo...

Cómo decirlo, es complicado. Primero, intentar descifrar tu voz, que se escapa por los cable telefónicos. Desenredar tus confusiones, acompañar a tus miedos, barrer con tus inquietudes, convertirlos en arenas, en nuestras manos, en nuestras manos. Es complicado decirlo. Decirte que tu rostro encaja en mis manos, que tu cabello cae bien en mis hombros, que tus piernas se ajustan perfecto a mis deseos, que mis ojos escapan mucho de tu mirada, que mi tristeza ahora es muy bien fundamentada. Tristeza, tristeza.

Cómo decirte... que nada de lo que he vivido ahora importa. Que siempre me guardé para ti, para el retorno de cada pieza de tu rompecabezas. Decirte que tus manos son aún pequeñas, que tus uñas aún mordidas, que tus tics de tu brazo izquierdo aún está ahí. Cómo decirte que no tengas miedo, soy yo, sí, el mismo que te esperaba cuchocientas horas a que llegaras, el que te embarcaba en la esquina con frío, el que te compraba chocolates hasta el hartazgo, el que se tragó verguenzas, en que soltó gallos, el que enfundó en lágrimas.

Cómo decirte, pequeña, que somos solamente tú y yo quienes nadamos en la pecera... aprendiendo, saboreando lo que es la vida, nuestros temores, y nuestro amor.

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