lunes, 9 de agosto de 2010

Ramón y sus corazones solitarios

Escondido entre diarias premisas y ocultos sujetos de deseo, Ramón no deja de pensar en la llegada inesperada de Leticia. Su figura de gacela esparcida en colores del arcoiris le suponen una indesgastada melancolía que lo desdibuja, que lo envuelve en un tormentoso laberinto, donde el pasado no es más ayer, y el hoy es siempre hoy (... sos parte de mi ser... siempre es hoy, lo claro entre los dos). Donde año y medio se indistingue del 14 de febrero del 2009 ó el 25 de julio del 2010. Ramón, envuelto en una cortina que lo apropia en calor, que rechaza la gélida manifestación de este inviernos, siente que la ama.

Pero, Ramón, sabes que nada es sencillo en esta cruel carrera forrada con vinifan. Tus miradas son de soslayo, tus manos viajan lentas hacia las suyas, tus ojos no pueden los suyos porque sabes, muy bien, que esos ojos los comparte otro más. Y aunque sepas que esa mirada ad hoc para verte a ti, sufres con la idea de que no son completamente tuyos. Así que desvias la mirada... como los verdaderos machos.

Como para hacer la banda de Sgt. Ramón y los corazones solitarios. Aunque por momentos sea tuya, la mayoría de veces tienes que aceptar la triste idea que no estará ahí cuando la necesites.

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